Ramón Antonio Larrañaga Torróntegui con MÉXICO 2018, d.C DESPOJO Y DESTRUCCIÓN
Me pregunto ¿Cuál es el real compromiso para edificar nuestra patria? Si, somos mucho más que fechas o muertos ¿En que nos enorgullecemos? ¿Para qué exaltemos a los muertos a la séptima potencia como si ellos definieron el ideario nacional? La nación mexicana, es más que recuerdos de batallas o muertos. Un libro en el cual retomo desde la misma conquista el camino de México, Su sociedad actual, Economía nacional.Los mexicanos hemos desarrollado una rara costumbre: celebramos y festejamos las fechas de las muertes de los personajes más destacados de la historia nacional. Nos volvimos expertos en desarrollar un calendario Plagado en muertos a festejar Anteriormente se hacían las pausas para festejar al prócer, ahora le llamamos puente largo, fin de semana largo, día feriado, se cambian, se ajustan y se adaptan fechas en función de las necesidades del negocio turístico, es decir de la economía. Entonces, el homenajeado dejó lugar a los bacanales. Hoy se habla de la cantidad de turistas que llegan a los puertos, cuántos kilos de pescado degluten y los miles de pesos que dejan.
Así, la manipulación de estas fechas no es otra cosa que la profanación de las memorias de quienes se pretendía recordar y por si esto fuera poco, los próceres tienen la desgracia de ver manipulados sus cadáveres. Sobre Porfirio Díaz, mucho se hablo y escribió acerca de la repatriación de sus restos. La cultura en venerar muertos no resistió a la tentación de intentar manipular sus restos, pero este personaje seguirá esperando en un cementerio en Paris Francia. Sí, claro, hay otros países en donde sus ciudadanos, que muestran el amor por sí mismos de maneras más decididas y más claras. Es verdad.
Pero es que nosotros no tenemos esa capacidad de querer, tenemos una tendencia a atragantarnos con nuestro deseo, de manera de tomar en cuenta muchas posibles formas en frustrarnos y somos tan masoquistas que nos gusta sentir que la frustración es un mérito, que no es culpa nuestra sino de ellos, de los cuales debemos liberarnos cada tres años o seis.